Óscar Mariné alude a una explosión, a un movimiento expansivo que une ámbitos y materiales muy diversos. Es un incansable fabricante de imágenes educado al ritmo de la música de los años setenta y sesenta, que conoce y emplea las estrategias visuales del cine, el cómic, la publicidad y las revistas ilustradas.

Su generación es la primera cuya educación está marcada por la familiaridad con los medios de masas, la misma del grupo de artistas norteamericanos (The Pictures Generation), cuya obra se genera a partir de la avalancha de imágenes producida por la cultura contemporánea. Al mismo tiempo, Mariné no rechaza las referencias de su cultura local, que toma como punto de partida para desarrollar un lenguaje que integra los elementos callejeros de la cultura emergente de los ochenta, con otros asociados a la alta cultura gráfica y conceptual. Una peculiar fusión de elementos que hace que su obra sea única y reconocible.